lunes, 1 de diciembre de 2014

La Empatía.

()La calidad de la conciencia de la propia identidad se encuentra supeditada a la capacidad de ponernos en el lugar del otro, como si ambas favorecieran idéntica ventaja evolutiva; como si en la medida en que nos cerramos a la comprensión de otros, enturbiáramos nuestra propia comprensión
(J. García-Carrasco)

Se  podría decir que basta con mirar a las personas para distinguir unas a otras. Leyendo la cara diferenciamos matices de estados mentales en las personas que nos son próximas. Se podría decir, incluso, que se considera extraño a aquel en cuya cara leemos con dificultad. Esta lectura no es tarea fácil, requiere de práctica y ejercicio.
Paul Ekman (2004:32) y Wallace V. Friesen descubrieron que la cara puede adoptar unas 10.000 expresiones diferentes. También estudiaron cuántas de ellas tenían relación con las emociones. Construyeron un atlas de la cara y un sistema de codificación de la actividad facial.
“(…) La finura en la lectura de las tramas emocionales, por las sutiles indicaciones de la cara condiciona los matices con los que construimos las narrativas de nuestras experiencias. Podríamos decir que se dan dos sucesos bastante importantes, uno de ellos es que patrones de músculos activados puedan indican estados mentales y la singularidad de que estemos en condiciones de reconocerlos.”
Con un puñado de emociones básicas diáfanas –Felicidad, ira, tristeza y asco-, con dos en parte siamesas – miedo y sorpresa-, sembradas sobre estados emocionales de fondo –bienestar, tranquilidad, inquietud- e infinidad de inductores, las diferentes funciones mentales de distinto nivel operan, promoviendo una sinfonía polifónica de estados emocionales cuya semanticidad pone el sujeto sobre la mesa en el proceso de reconocer y ser reconocido, de comprender y ser comprendido, el yo del que damos cuenta, “con corazón en la mano”, es el resultado de la gestión de estas incidencias y corrientes emocionales.


- APROXIMACIÓN CONTEXTUAL AL CONCEPTO DE EMPATÍA:

Según la RAE, la empatía es la “identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo del otro”; en una segunda acepción, la explica como la “capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimiento”.

La primera vez que se usó formalmente el término empatía fue en el siglo XVIII, refiriéndose a él Robert Vischer (citado en Davis, 1996) con el término alemán “Einfülung”,  que se traduciría como “sentirse dentro  de”. No fue  hasta 1909 cuando Titchener (citado  en Davis, 1996) acuñó el  término “empatía” tal y como se  conoce  actualmente,  valiéndose de la etimología griega εµπάθεια (cualidad de sentirse dentro). Ya con anterioridad, algunos filósofos y pensadores como Leibniz y Rousseau (citado en Wispé, 1986) habían  señalado la necesidad de ponerse en el lugar del otro para ser  buenos ciudadanos. También Adam  Smith, en su Teoría  sobre los Sentimientos Morales de 1757, habla de la capacidad de cualquier ser humano para sentir  “pena  o  compasión…ante la miseria de otras personas…o dolor  ante  el  dolor de otros” y, en definitiva, “ponernos en su lugar con  ayuda de nuestra imaginación”.

Más tarde, Schopenhauer la describió con las siguientes palabras: “acto por el que nosotros, al contemplar las cosas, establecemos con ellas una mutua corriente de influjos, una especie de endósmosis, por la que a la vez que les infundimos nuestros propios sentimientos, recibimos de su configuración y de sus propiedades, determinadas impresiones”.

Ya en pleno siglo XX, comienzan a surgir nuevas definiciones de la empatía; podemos encontrar muchas definiciones para este término de la mano de autores muy variados:

-      Mead y Piaget: definen empatía como la habilidad cognitiva, propia de un individuo, de tomar la perspectiva del otro o de entender algunas de sus estructuras de mundo, sin adoptar necesariamente esta misma perspectiva.

-      N. Feshback (1984), definió empatía como una experiencia adquirida a partir de las emociones de los demás a través de las perspectivas tomadas de éstos y de la simpatía, definida como un componente emocional de la empatía.

-      Lipps (citado en Wispé, 1986) señala que la empatía se produce por una imitación interna  que  tiene  lugar a través de una proyección de uno mismo en el otro.

-      J.L. Moreno (1914): define la empatía con estas palabras “un encuentro de dos frente a frente; y cuando tú estés cerca, yo tomaré tus ojos y en su lugar colocaré los míos, y tu tomarás mis ojos, en su lugar pondrás los tuyos; entonces yo miraré en ti con tus ojos y tú mirarás en mí con los míos”.

-      R. Redfield (1955): considera la empatía como un elemento necesario para afrontar los estudios humanistas de las diferentes culturas, pues para conocer a fondo una cultura no basta con sumergirse en esa cultura, sino que una vez culminado dicho proceso, debe abstraerse del mismo y analizarlo desde el punto de vista personal, al margen de dicha experiencia vivida, con el fin de establecer un análisis objetivo

-      Hogan (1969): definió la empatía como un intento de comprender lo que pasa por la mente de los demás o, en otras palabras, como la construcción  que  uno mismo tiene  que  llevar a cabo sobre los estados mentales ajenos. Para Hogan, por tanto, la empatía sería una  capacidad metarrepresentativa.

-      Hoffman (1987): define la empatía como una respuesta afectiva más apropiada a la situación de otra persona que a la propia.

-      Según Batson et. al. (1997): habilidad que posee un individuo de inferir los pensamientos y sentimientos de otros, lo que genera sentimientos de simpatía, comprensión y ternura.

-      Gallagher y Frith (2003): habla de la empatía como la habilidad de explicar y predecir el comportamiento de uno mismo y de los demás atribuyéndoles estados mentales independientes, tales como creencias, deseos, emociones o intenciones. 
Existen varios aspectos esenciales de empatía:
ü  Una respuesta afectiva a otra persona, lo que a menudo, pero no siempre, implica compartir el estado emocional de la persona (componente afectivo).
ü  Una capacidad cognitiva para tomar la perspectiva de la otra persona (componente cognitivo)
ü  Algunos mecanismos de regulación que hacen un seguimiento de los orígenes de los sentimientos de uno mismo y de otro tipo (Decety y Jackson 2004 ).

   De todo lo anterior, se puede señalar que hasta ahora, en la literatura científica el concepto de empatía está relacionado con la comprensión del otro y de su mundo afectivo, a la que se llega como resultado de conectar con los sentimientos ajenos. En esta habilidad, subyace un número de importantes capacidades de comportamiento incluyendo calidad de interrelación, desarrollo moral, agresividad y altruismo. También incluye una respuesta emocional orientada hacia otra persona de acuerdo con la percepción y valoración del bienestar de ésta y una gama de sentimientos empáticos como simpatía compasión y ternura.



- ORIGEN DE LA EMPATÍA EN EL CEREBRO:

El desarrollo de las técnicas de neuroimagen ha hecho posible que se produzca un espectacular avance en el conocimiento de las estructuras neuronales implicadas en diversos procesos psicológicos y comportamientos complejos. En los últimos años ha habido un notable incremento del número de estudios focalizados en analizar y comprender el funcionamiento de los circuitos cerebrales implicados en la empatía. Así, se han llevado a cabo diversas estrategias experimentales para tratar de reproducir en el laboratorio diversas situaciones que podrían producir empatía de manera similar a como ocurre en la vida cotidiana.
Los principales diseños experimentales se centran en la presentación de estímulos con contenido emocional –imágenes o situaciones–, estímulos dolorosos o estímulos somatosensoriales. Estos estudios han puesto de manifiesto que, entre otras estructuras, las cortezas prefrontal y temporal, la amígdala y otras estructuras límbicas como la ínsula y la corteza cingulada desempeñan un papel fundamental en la empatía.
Los actuales modelos neurocientíficos de empatía postulan que un estado motor, perceptivo o emocional determinado de un individuo activa las correspondientes representaciones y procesos neuronales en otro individuo que observa ese estado. Los trabajos en este ámbito se han llevado a cabo tanto en primates no humanos como en humanos.  El descubrimiento de las neuronas espejo en las cortezas premotora y parietal de primates no humanos que se activaban durante la ejecución de una acción determinada y durante la observación de la misma acción realizada por otro agente (primates no humanos o humanos) sugiere que su sistema nervioso es capaz de representar las acciones observadas en los otros en su propio sistema motor. Más recientemente, otro estudio ha mostrado que estas neuronas espejo del lóbulo parietal inferior no sólo codificaban los actos motores observados, sino que además permitían al observador entender las intenciones del otro. En este sentido, muchas de estas neuronas respondían de forma diferente cuando una misma conducta (p. ej., coger algo) que podría formar parte de diferentes acciones, formaba parte  de una acción específica (p. ej., comer). De hecho,  incluso se activaban antes de que empezaran las  conductas posteriores que especificaban la acción.  En otra investigación se había mostrado que una  parte de las neuronas espejo de la corteza premotora se activaba durante la presentación de una acción pero también cuando se escondía la parte final de la acción y, por tanto, sólo podía inferirse.
En humanos, la evidencia de representaciones neuronales compartidas entre uno mismo y los otros se describió en primer lugar en el campo de la acción y la emoción. Más recientemente, la investigación ha mostrado el papel de las representaciones compartidas en los dominios del procesamiento del dolor y del tacto.
A principios del siglo XX, el filósofo y psicólogo alemán Theodor Lipps, introdujo el concepto de empatía y supuso que llegamos a conocer los estados de otras personas imitando internamente sus gestos y acciones. Precisamente el descubrimiento de las neuronas espejo abrió la  puerta a las bases neurobiológicas de la imitación. 

Me gustaría hacer mención a un artículo publicado en la versión on-line de “Cerebral Cortex”,  donde la investigadora Lisa Aziz-Zadeh de la USC (Universidad del Sur de California), orientó su trabajo hacia el  estudio sobre cómo el cerebro genera empatía.  Según los resultados de Aziz-Zadeh, sentimos empatía por alguien cercano, cuando por ejemplo siente dolor en alguna parte del cuerpo, teniendo su origen fundamentalmente en la parte intuitiva sensorial-motora del cerebro. Sin embargo, la empatía que se siente por alguien con quien tenemos menos afinidad tiene su origen en la parte racional del cerebro. A pesar de que estas partes del cerebro están involucradas en diferentes grados dependiendo de las circunstancias, parece que tanto la parte intuitiva como la racional trabajan conjuntamente para generar la sensación de empatía.


- VALORACIÓN PERSONAL:


“Los cuatro principios que deberán regir la educación en el siglo XXI: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a vivir juntos.”

(Delors)

Llegados a este punto, tengo que reconocer que existen muchas líneas abiertas para estudiar e investigar sobre la empatía, pero en vista de que se trata de un trabajo libre, sin guiones, etc.  y de mi anterior formación pedagógica, voy a permitirme el lujo de de hablar sobre la importancia que considero que  puede llegar a tener la empatía dentro del sistema educativo.
Comenzar diciendo que cuando se adquiere un título universitario, en el este caso para ejercer la profesión docente, no existe ninguna garantía de que esa persona sea apta para desarrollar esa profesión, y la verdad que es algo que cada vez, tengo más claro. Se da por supuesto que la capacidad intelectual está ya suficientemente probada, tanto como que esa persona está preparada para transmitir los conocimientos que durante muchos años ha adquirido en esa formación. Pero a donde quiero llegar es que es mucho más difícil probar que una persona posee las capacidades que le permitan estar a la altura y asumir la gran tarea de educar.
Tengo la sensación de que a esta sociedad actual, hablando en términos generales, sólo le importa o  presta mayor atención a una formación puramente académica y con proyección del niño a la vida adulta. Creo que se hace muy necesaria una formación emocional que ponga en aviso y prepare al futuro docente para las difíciles y variadas situaciones que se darán en el ámbito educativo.
Toda práctica de formación instituye un entorno de acción de fuertes implicaciones personales, donde la competencia interactiva juega un papel tan importante como la competencia cognitiva. Independientemente de sus metas implícitas, el sistema educativo supone el escenario idóneo para el ejercicio de la competencia relacional  en contexto de prácticas con sujetos, la mayoría de los casos, emocionalmente inmaduros. Educadores y educandos, llevan historias de vida experienciales que personalizan la expresión y la comprensión de las emociones y de los sentimientos, desde los que son capaces de vivenciar y comprender el significado de esas prácticas que llevan a cabo. 
A mi parecer, considero que la empatía es uno de los requisitos que deberían acreditar todos los profesionales de la educación, de esta manera, en cierto modo podríamos asegurarnos que llega a comprender de verdad al alumno, llegado el caso, también a los familiares e incluso a los propios compañeros, mostrando una actitud positiva de diálogo y sintonización, que se tornan claves en las relaciones humanas y sobre todo en el sistema educativo.  Se hace necesaria una predisposición a dejar atrás el egoísmo personal. Se trata de olvidarse un poco de uno mismo, para lograr ponerse en la perspectiva del otro. Por tanto se podría decir que la empatía requiere de un proceso de implicación e interés. En todo esto, nos va el hecho de que el educando sienta que es importante, menos significativo y que es comprendido. Por tanto, destaco la importancia de que desde una formación integral, de la mano con la dimensión técnica-teórica, se trabaje también la vertiente humana y más concretamente los aspectos de carácter emocional.
Resulta esencial para el educador, desarrollar esa variedad de “inteligencia”, que le permite reconocer e interpretar la presencia y el significado de las emociones propias y ajenas, así como detectar las situaciones en que se producen y las actuaciones que las llegan a promover. Es sólo en ese momento, en el que se está preparado para razonar sobre ellas, de aprovechar sus influencias de manera adecuada al contexto y de comprender los sentimientos de las personas con las que se relaciona.
 Creo recordar que durante la carrera pude leer que el “Talón de Aquiles” de muchos de nuestros docentes actuales, no es la falta de conocimientos o capacidades para desenvolverse dentro del aula, sino más bien la escasa formación o incluso la poca implicación o disposición que muestran ante la tarea de afrontar las múltiples situaciones emocionales que se producen en las aulas.

Para concluir he de decir también, que al igual que la insuficiencia empática puede suponer un grave problema,  la implicación empática excesiva, puede dañar la relación interpersonal, el proceso educativo y hasta la propia salud mental del educador, que será más propenso a “quemarse”. Se precisa por tanto, como casi todo en la vida, un equilibrio.

martes, 25 de noviembre de 2014

TIPO DE ONDAS CEREBRALES

Las células cerebrales (neuronas) se comunican produciendo diminutos impulsos eléctricos. Esta actividad eléctrica puede medirse mediante pequeños electrodos situados en diversas áreas del cuero cabelludo que miden los cambios en la actividad eléctrica del cerebro. El aparato utilizado para medir dicha actividad recibe el nombre de electroencefalograma (EEG).
Los investigadores consideran que un cerebro en su pleno funcionamiento puede generar hasta 10 vatios de energía eléctrica.  La actividad eléctrica que emana del cerebro se muestra en el EEG en forma de ondas cerebrales. Dado que la intensidad de los cambios eléctricos está directamente relacionada con el grado de actividad neuronal, las ondas cerebrales varían en amplitud y frecuencia, según nos encontremos despiertos o en alguna de las diferentes fases del sueño. Por lo tanto vamos a ver 4 tipos de ondas diferentes:

  • ONDAS BETA: Las ondas Beta son oscilaciones electromagnéticas en el rango más alto de frecuencia que se detectan en el cerebro humano a través de un electroencefalograma. Están asociadas con etapas de sueño nulo, donde se está despierto y consciente y las ondas son más frecuentes en comparación con las ondas delta y thetaSe producen cuando el cerebro está despierto e implicado en actividades mentales. Son ondas amplias y las más rápidas de las cuatro. Su frecuencia oscila entre 15 y 40 ciclos por segundo. Denotan una actividad mental intensa. Cuando una persona está dando un discurso, estudiando, realizando un problema de matemáticas, etc. su cerebro se encuentra emitiendo este tipo de ondas. Son las más rápidas y dan testimonio de nuestra actividad mental cuando tenemos los ojos abiertos y observamos el exterior y de los pensamientos que atraviesan el espíritu. Cuando estamos agitados por pensamientos con pulsivos, se dice que estamos en estado de "hiperactividad", este estado corresponde a las "ondas Beta malas". Por el contrario cuando nuestro cerebro opera a gran velocidad pero con lucidez, nosotros estamos entonces en presencia de "ondas Beta buenas" las que testimonian una lucidez mental extrema, estados de intuición pura, etc.

  • ALFA: Las ondas Alfa fueron descubiertas en 1924 por el alemán Hans Berger, aun cuando la actividad eléctrica del cerebro se conocía desde el siglo XVIII. En 1929 Berger inició la electroencefalografía clínica en seres humanos. Alfa representa un estado de no actividad y relajación. Son más lentas y de mayor amplitud que las beta. Su frecuencia oscila entre 9 y 14 ciclos por segundo. Una persona que ha terminado una tarea y se sienta a descansar, se encuentra a menudo en un estado alfa, así como la persona que está dando un paseo, disfrutando del paisaje. Por tanto están relacionadas con el descanso y el rélax. Normalmente se generan en el hemisferio derecho del cerebro o en modo sincronizado entre ambos hemisferios. Las ondas alfa se activan cuando la mente y el cuerpo están completamente relajados y libres de estrés. Las ondas alfa son las ondas dominantes en personas que están relajadas, que son creativas y poseen una mente clara. A pesar de las ondas beta, las alfa también se consideran un patrón normal de ondas cerebrales ya que se da cuando la gente cierra los ojos para descansar y dormir. Se observó que estas ondas son registradas igualmente en el electroencefalograma durante la práctica de la meditación zen y del yoga. Estos estudios demostraron que al producir el cerebro ondas Alfa, se influye no sólo en la vida psíquica del individuo sino en la actividad fisiológica del mismo cerebro, dando lugar a un estado de relajación consciente y de atención especial.

  • ONDAS THETA: son oscilaciones electromagnéticas en el rango de frecuencias de 3.5 y 7.5 Hz que se detectan en el cerebro humano a través de un electroencefalograma. Normalmente están asociadas con las primeras etapas de sueño, fases 1 y 2. Se generan tras la interacción entre los lóbulos temporal y frontal.  Son ondas de mayor amplitud y menor frecuencia (entre 5 y 8 ciclos por segundo). Se trata de un estado de meditación profunda. La persona que está fantaseando o, como suele decirse, soñando despierta, se encuentra en este estado, así como la persona que tras conducir un rato, de repente se da cuenta de que no recuerda los últimos kilómetros. Es el estado más inspirador. A menudo, una persona tiene las mejores ideas cuando predominan este tipo de ondas. Se trata de un estado en el que las tareas que realizas se han vuelto tan automáticas, que no necesitas tener un control consciente de su realización y puedes distanciarte de ellas mentalmente. Es decir, tu mente está en “otro sitio”. Las ideas que surgen en la mente en este estado fluyen con libertad y sin censura o culpa.

(Registro de ondas Theta)





  • ONDAS DELTA: Son oscilaciones, resultado de la representación de la actividad cerebral frente al tiempo, estas dada su naturaleza presentan una periodicidad, su rango de frecuencias es de 1-3 Hz. Estas son detectadas en el cerebro humano a través de un electroencefalograma. Normalmente están asociadas con etapas de sueño profundo. Son las ondas de mayor amplitud y menor frecuencia (entre 1,5 y 4 ciclos por segundo). Nunca llegan a cero, pues eso significaría la muerte cerebral. Es un estado de sueño profundo. En la actividad cerebral, estas ondas se presentan en las etapas tres y cuatro, en casos de daño cerebral y coma. Las ondas delta se presentan en sueño profundo sin soñar y no están presentes en las otras etapas del sueño (1,2 y de movimiento rápido de ojos).







Las investigaciones han mostrado que aunque un estado cerebral puede predominar en un momento dado, los tres tipos de ondas restantes están también presentes en todo momento. Es decir, mientras una persona está implicada en una actividad mental, produciendo ondas beta predominantemente, las ondas alfa, theta y delta se están produciendo también, aunque sólo estén mínimamente presentes.
Anteriormente se creía que el estado Beta era el ideal para aprender; pero nuevos descubrimientos han demostrado que el estado ALFA es el mejor para aprendizaje y grabar nueva información en el subconsciente.  He aquí la respuesta a nuestra pregunta original. El mejor momento para realizar visualizaciones es justo antes y después de dormir, porque se pasa por el estado ALFA.  De esa manera, las imágenes que creamos al visualizar penetran de mejor forma en nuestra mente subconsciente, lo que permitirá que se manifiesten más fácilmente.










¿Diferencias bien los colores?



En 1917, el doctor Shinobu Ishihara inventó la prueba de ceguera a los colores, una forma de descifrar si eres daltónico y qué tipo de daltonismo tienes.
Son cartas de lunares de colores inconexos que forman números y líneas que únicamente son visibles si puedes diferenciar entre ciertas tonalidades similares entre sí. No permite distinguir defectos del eje azul-amarillo, aunque en realidad son muy raros; los principales son del eje rojo verde: la protanopia (dalton) en la que, a grosso modo, el espectro azul-verde se ve gris y tienen el espectro rojo muy acortado (carecen del cono rojo); y la deuteranopia (Nagel) donde el verde se visualiza gris (carecen del cono verde).
Si visualizas 17 o más números normales, es una exploración normal. Si son menos de 13, es patológica. La prueba es simple, pero tan exacta que todavía se utiliza hoy en día. 
Las siguientes imágenes forman parte de la prueba de color de Ishihara y con ellas puedes comprobar si tienes una visión normal, protanopia (carencia de sensibilidad al color rojo), protanomalía (percepción débil del color rojo), deuteranopia (ceguera al color verde) o deuteranomalía (ceguera al color verde suave).





















-Sujetos normales verán, por orden: 12, 8, 6, 29, 57, 45, 5, 3, 15, 74, 2, 6, 97, 5, 7, 16, 73, 26, 42, 35, 96.
-Pacientes con deficiencia en el eje rojo-verde suelen ver, por orden: 12, 3, 5, 70, 35, 2, 5, 17, 21, X, X, X, X, X, X, X, X.
-En los cuatro últimos, un pronatope (dalton) verá 6, 2, 5, 6. Un deuteranope (Nagel) 2, 4, 3, 9.

Para terminar y como curiosidad referida también al tema de la visión, quiero mostrar como es la visión de las personas que padecen alguna enfermedad visual.


jueves, 30 de octubre de 2014

¿Por qué es importante el dolor?

El dolor es una sensación que informa al sistema nervioso que algo está dañando al organismo, ya que es un indicador de lesión tisular. Pueden sentirlo todos los organismo que posean un sistema nervioso. Muchos tejidos corporales, como los que constituyen la piel, los vasos sanguíneos, los músculos y las vísceras poseen receptores para dolor: son los llamados nociceptores, que responden a las lesiones producidas (pueden censar temperatura, lesiones mecánicas, salida de iones como indicadores de daño a las células componentes de ese tejido). 
La percepción del dolor tiene valor adaptativo positivo, ya que permite al organismo reconocer aquello que es nocivo, y efectuar una respuesta tendiente a evitarlo.
La percepción del dolor es importante y no puede ser entendida únicamente como una sensación. El dolor tiene una función biológica clara como indicador de que una alteración nociva está ocurriendo en el organismo; de que algo no funciona bien... A través de los nociceptores percibimos sensaciones dolorosas cuando éstos son estimulados. La mayor parte son terminaciones nerviosas libres de distinto grosor. Cuando las células se lesionan o dañan, liberan sustancias químicas que los estimulan. A pesar del dolor, nuestro Sistema Nervioso cuenta con mecanismos capaces de producir analgesia. Son mecanismos neurales que reducen la sensibilidad al dolor. En 1975 se demostró que el Sistema Nervioso contenía péptidos opiáceos endógenos (endorfinas), que tenían propiedades farmacológicas de la morfina.



LA VIDA SIN DOLOR: ¿Qué ocurriría si no sintiéramos dolor?:



El dolor es un sistema de alarma que advierte al cuerpo de que algo anda mal. Sin embargo, existe una enfermedad muy rara llamada Analgesia Congénita o Insensibilidad Congénita al Dolor (CIPA), que se caracteriza por la existencia de indiferencia ante el dolor, calor, presión, frío, e incapacidad de sudar. Los pacientes con este desorden son muy susceptibles a autolesionarse en zonas que normalmente estaría protegidas de las heridas por el mero hecho de sentir dolor. No temen a las cosas que duelen, pero el coste es muy alto, pueden autolesionarse sin apenas darse cuenta. La incapacidad de sudar pone en peligro sus vidas, ya que el exceso de calor en el cuerpo puede provocar un derrame cerebral. Asimismo nunca sienten hambre. Otros de los principales efectos de este desorden incluyen retraso mental de gravedad variable, infección y cicatrices en la lengua, labios y encías, infecciones crónicas de huesos y articulaciones, fracturas, cicatrices múltiples, osteomelitis y deformaciones articulares, que pueden llegar a necesitar amputación. Los pacientes con este desorden genético pueden no ser capaces de sentir un orgasmo físico. Además, son hiperactivos, algo que complica aún más su condición.

Cuando sentimos algún dolor hacemos lo posible para que desaparezca y tomamos un analgésico. Esto hace que esa especie de desasosiego que crea el dolor se extinga. Cabe preguntarse, entonces, y sólo desde el punto de vista biológico, ¿hay alguna razón que haga bueno tener dolores?
Los receptores sensoriales más sencillos son las terminaciones nerviosas libres, es decir, las terminaciones neuronales que carecen de estructuras especializadas y que detectan los cambios de temperatura y el dolor.

Supongamos por un momento que no nos duele la fractura de un hueso importante como la tibia. Entonces, la ausencia de dolor nos permite seguir moviéndonos de manera que, en poco tiempo, la fractura astille el hueso haciendo que la recuperación sea imposible. En el mismo sentido podíamos hablar de las molestias estomacales que se producen cuando uno abusa de las comidas picantes, antiinflamatorios, etcétera. .  Si no nos fastidiaran, seguiríamos tomándolos y, finalmente, nos provocarían una úlcera más. Qué pasaría si te cortaran el brazo, te apuñalaran, te golpearan fuertemente la cabeza y no sintieras ni la más mínima sensación de dolor, podrías morir de una hemorragia interna sin darte cuenta y todo por no sentir dolor. 
Estudios científicos sobre el dolor nos han proporcionado información de un caso excepcional que, por sí solo, nos da una idea bastante exacta de lo que supone el dolor. Era una mujer que presentaba insensibilidad al mismo, de manera que siendo muy pequeña se había arrancado la punta de la lengua de un mordisco y había tenido importantes quemaduras en las piernas al arrodillarse encima de un radiador para mirar por la ventana. Además, cuando se le aplicaban estímulos dolorosos no respondía normalmente, con respuestas que incrementaran la presión arterial o el ritmo cardiaco. El caso es que llegó a presentar patologías importantes en las articulaciones de la cadera, rodillas, etcétera, que fueron atribuidas a la ausencia de dolor en esas estructuras: como no percibía dolor realizaba determinados movimientos que acabaron produciéndole las lesiones. Falleció a los veintinueve años debido, entre otros problemas, a numerosas patologías en su piel y en sus huesos.
En consecuencia, aunque parezca paradójico y contradictorio, es necesario tener dolor porque es fundamental para la supervivencia.


Para terminar y como curiosidad referente al tema, os dejo el trailer de la película española "Insensibles".


¿Desde cuándo sentimos curiosidad por el Sistema Nervioso?

Me gustaría comenzar este blog haciendo un pequeño repaso sobre cuándo empezó y cómo el interés por investigar y saber más cosas sobre el cerebro, sistema nervioso y todo lo referente a él.

1. Neurociencia en la antigüedad:

Los inicios de la neurociencia se remontan a la prehistoria. Hace aproximadamente unos 10.000 años ya se realizaban perforaciones en el cráneo (trepanaciones). Estas perforaciones no tenían como objetivo matar al individuo sino todo lo contrario, se pretendía sanar al individuo de,por ejemplo, un fuerte dolor de cabeza. Se sabe que no eran letales porque los cráneos presentan cicatrización, lo cual indica que el individuo estaba, y siguió, vivo cuando se realizaron.
Los primeros escritos médicos son de hace unos 5000 años y ya se exponían en ellos las alteraciones mentales y su sintomatología.








(Más inf. : http://jralonso.es/2014/04/09/el-cerebro-en-la-america-prehispanica/)


¿Rol terapéutico o ritual?

2. Antigua Grecia.

Demócrito aporta dos ideas fundamentales al situar el pensamiento en el cerebro y lanzar la idea de que existe una actividad nerviosa de comunicación. Demócrito dice que el cerebro es quien controla las funciones superiores y también habla de actividad nerviosa. No es el primero sino el que más énfasis pone en situarlo en el cerebro.
Hacia el año 400 A.C. Hipócrates vino a enriquecer las ideas de Demócrito. Era un médico de la época que tenía que resolver cualquier cosa del organismo. Observó muchos casos distintos, tenía una amplia observación clínica. Esto le permite distinguir entre enfermedades neurológicas y mentales. Decía que el cerebro era el lugar del intelecto y el órgano que controlaba la conducta. Entre otras cosas, describió la epilepsia, describió lesiones del hemisferio izquierdo con sus manifestaciones en el hemicuerpo derecho, relacionó el pensamiento, la inteligencia y las emociones con el cerebro y llegó a diferenciar ente enfermedad neurológica y enfermedad mental.
Platón, ya en la época de los filósofos, sitúa el intelecto en la cabeza. Comparte la opinión de Hipócrates de ver en el cerebro la parte “más noble” del cuerpo humano.
Para Aristóteles, hacia el 350 A.C. el cerebro sólo refrigera el organismo. Para él, sin haber practicado observaciones sobre cadáveres, las funciones: sensaciones, pasiones e inteligencia residen en el corazón. Esto fue un parón para las neurociencias de siglos porque se estudiaba el corazón y no el cerebro.

3. Imperio Romano:

Herófilo, conocido como el padre de la anatomía, progresó en nuestro conocimiento del sistema nervioso a diseccionar cadáveres tanto de personas como de animales. Entre otras cosas, Herófilo localizó el recorrido de los nervios motores distinguiéndolos de los sensoriales, describió los ventrículos cerebrales y habló de estructuras en el sistema nervioso.
Ya en el s. II D.C. Galeno, a menudo citado como el padre de la Medicina trató heridas de gladiadores y diseccionó algunos animales. También describió los ventrículos y los distinguió de la masa encefálica además de aportar dibujos de la organización del cerebro. Entendió asimismo que el cerebro era el órgano central de la percepción
Durante la Edad Media se desarrolló la doctrina de Galeno hasta que la investigación anatómica en el hombre fue prohibida por la doctrina cristiana.

 

4. Renacimiento


Aún se continuaba con el concepto de los humores. Muy importante fue Descartes, que le otorgó una gran importancia a la glándula pineal. La glándula pineal se comunicaría con la “mente”, la cual almacena las sensaciones y Descartes le otorga un carácter religioso.
El cerebro se diferenció en dos tipos de sustancias: sustancia gris y sustancia blanca.




 

5. S. XVII- XVIII

Se encontraron las diferencias de la sustancia blanca y la sustancia gris. Se propuso la presencia de fibras que conectaban ambas sustancias. Se establecen cuatro importantes premisas sobre el cerebro:
1.       A finales del s.XVIII se sabía que una lesión en el cerebro podía provocar alteraciones en las sensaciones, los movimientos, el pensamiento e incluso causar la muerte.
2.       Se comunica con el cuerpo por los nervios.
3.       Tiene partes diferenciables que probablemente lleven a cabo funciones diferentes.
4.       Funciona como una máquina y sigue las leyes de la naturaleza.